Esta es la
advocación de nuestro primer titular. Salido de la gubia del granadino Domingo
Sánchez Mesa en el año 1943, representa a Cristo crucificado en el momento de
expirar.
La imagen es de grandes proporciones,
llegando a alcanzar los 2
metros aproximadamente. Tiene la cabeza levantada,
ligeramente inclinada a la derecha, mirando hacia arriba, con la boca abierta y
mechones de pelo que caen sobre los hombros; su tronco bien ejecutado y
proporcionado, algo pronunciada la caja torácica (en gesto de grito y dolor),
con amplios pectorales; las extremidades muy tensas, manos avispadas, piernas
ligeramente flexionadas que reflejan tensión y gesto de subir. Alrededor de la
cintura hay un paño de cuerda con pequeño nudo a la derecha y al viento la
izquierda, de tonos terrizos. Su policromía es de tonos claros para destacar en
el espacio abierto de la calle; apenas tiene sangre. Se halla crucificado por
tres clavos, montando el pie derecho sobre el izquierdo. La cruz era en un
principio de madera cuadrada, siendo sustituida en 1956 por una cilíndrica,
arbórea, con vetas doradas.
No necesita que nadie le cante, ni que
se hagan comentarios elogiosos al arte de las manos que le dieron forma, pues
el aliento se contiene al ver la impresionante expresión de quien tras horas de
padecimiento esta clamando a lo alto por la paz y ofreciendo su postrer suspiro
para que el perdón se derrame a manos llenas por el mundo. Su imagen representa
el momento sublime en que Jesús, al límite de su resistencia humana, implorando
al cielo, todavía tiene aliento para acordarse de quienes lo han humillado y
maltratado, de los que le han escupido, azotado y herido, de quienes se burlan
de El a los pies de la Cruz:
"Padre, perdónales porque no saben lo que hacen". Es un instante
supremo de amor, una muestra increíble de generosidad, un ejemplo que jamás los
hombres sabríamos igualar en toda su extensión.
* Fue restaurado en 1992 por D. Miguel Zúñiga Navarro; y en 2009
por D. Dionisio Olgoso.
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